Hoy, pispeando mis blogs favoritos, encontré en esta entrada unas fotos maravillosas, absolutamente preciosas. Por eso, automáticamente fui a visitar la página del fotógrafo, y por supuesto deliré con las imágenes que tiene publicadas allí... Quitan la respiración.
Pero más me quitó la respiración una en especial.
No sólo por hermosa, que lo es, sino por lo siguiente (voy a rebobinar para que se entienda): como ya comenté antes, hace un par de años empecé la carrera de diseño de moda en CETIC, cursé sólo primer año y la tuve que abandonar por motivos que no vienen al caso ahora. Cuestión que ese año que cursé, en la materia diseño I el profesor (un ídolo total, Gabriel Lavaselli) nos había dado un trabajo muy lindo que disfruté muchísimo. Nos hizo escuchar 5 temas musicales muy diferentes entre sí y nosotros teníamos que anotar lo que sentíamos o imaginábamos al escuchar cada uno. Después, la idea era realizar una textura (con técnicas textiles en una primera etapa y con técnicas no convencionales en la segunda) inspirada en cada uno de esos 5 temas musicales. Digo temas musicales porque no todos eran canciones. Uno de ellos -y acá me voy acercando al meollo de la cuestión- era una pieza de piano de Bach hermosa (la verdad no recuerdo cuál porque los escuchamos una sola vez, simplemente para extraer de ellos la inspiración) y lo que sentí o imaginé al escucharla fue la siguiente escena: un lago otoñal. Un colchón mullido de hojas en la orilla y en la escena una pareja, que contemplaba pacíficamente el paisaje, unidos aunque no se miraban entre ellos. Se podía percibir la unión de sus almas, eterna. Pero a la vez no se sabía si se estaban reencontrando o despidiendo. O al menos, yo no lo pude decidir. Era como si la escena hubiese cobrado vida y ya no me perteneciera. Era como ver una película, o quizás un sueño, que si bien uno está presente, no controla lo que sucede... Y todo como a través de un velo... no sé cómo explicarlo de otra forma... como visto de lejos y a través de un vidrio sucio. Fue una experiencia absolutamente emotiva.
Pero ¿cómo representar en forma textil algo tan etéreo y a la vez tan gráfico? Uno de los requisitos era que no tenía que ser un collage. No podías recortar figuritas en tela y luego unirlas... Absolutamente nada literal. Luego de varias correcciones a los proyectos, sin pensarlo demasiado, empecé a cortar tiras de tul (el colchoncito de hojas y la profundidad y fluidez del lago), una especie de crepe (tela muy femenina) y corderoy finito (tela más masculina, más rústica), en tonos neutros y como apolvados, que pudiesen representar el velo, ese vidrio sucio y lo etéreo de la escena...
¿Y qué hice con las tiras? Les sumé un hilado finito de algodón con seda vegetal de Yanabey (brillamé) que tenía y las empecé a tejer. Comencé a tejer la escena. Un "fondo" de tul, un "cable" ella (con el crepe) y un "cable" él (el corderoy y el hilo de algodón y seda). Y se empezaron a cruzar, a unirse, a alejarse... mostrando, justamente, que yo no sabía si se estaban encontrando o despidiendo, pero a la vez que sus almas siempre estuvieron y estarían conectadas de alguna forma.
Podrá decirse que es demasiado rebuscado... puede ser. Pero incluso todavía hoy al ver la textura siento que todo eso está ahí.
Y tuve que correr a buscarla al fondo de una caja guardada en el depósito cuando vi la fotografía que les decía. Porque casi me desmayo al ver por primera vez con los ojos lo que vi al cerrarlos y escuchar la melodía de Bach esa tarde hace como cuatro años:
El copyright de las fotos (excepto las de mi textil) pertenece a oprisco, su sitio web es: http://oprisco.livejournal.com/ |